Luz, estética y sonido: las claves para crear el entorno de aprendizaje perfecto

La educación nunca ha sido tan importante para la sociedad. En todo Reino Unido, se están intentando mejorar el acceso, los resultados y las oportunidades de los niños. Como es lógico, los esfuerzos se centran en los recursos y la calidad de la enseñanza. Pero el entorno inmediato también juega un papel importante a la hora de ayudar a aprender a los estudiantes. En este artículo, Roy Gleiwitz, responsable de ventas regionales de Zentia (anteriormente Armstrong Ceiling Solutions) analiza cómo pueden ayudar las soluciones de techo.

Luz, estética y sonido: las claves para crear el entorno de aprendizaje perfecto

Todo el mundo sabe que recibir una educación formal es esencial, así que debemos respaldar de la mejor forma posible a los niños y jóvenes. La calidad de la educación y los recursos son los aspectos más importantes, pero el entorno de aprendizaje también juega un papel importante. Esto se relaciona con el nivel de bienestar que aporta el edificio y con la idea de crear las condiciones óptimas mediante el diseño y la construcción.

En el ámbito de la educación, una de las mejores formas de crear esas condiciones es asegurarse de que los estudiantes oigan y vean bien. Esto implica fijarnos en el ruido y la luz y, en este sentido, es importante elegir bien el tipo de techo.

Los colegios son lugares ruidosos, y los estudiantes son los que generan la mayor parte del ruido (un 40 % del total según algunos estudios). Existen otras fuentes de ruido, como la cocina, las actividades de mantenimiento del terreno, el tráfico e incluso los aviones (sobre todo si las ventanas están abiertas). Todas estas fuentes de ruido hacen que los colegios excedan constantemente el nivel de ruido de 35 dB recomendado por la Organización Mundial de la Salud.

Un nivel de ruido alto puede tener graves consecuencias en la salud. Puede aumentar la presión arterial, afectar al sistema nervioso y causar problemas psicológicos. La exposición permanente a ruidos que superen los 65 dB aumenta el riesgo de infarto de miocardio significativamente, y hay pruebas de que factores como este podrían acortar la esperanza de vida de los profesores.

Incluso un nivel relativamente bajo de ruido (o los espacios cuyo diseño acústico es deficiente) puede hacer que los profesores tengan que hablar más alto y forzar la voz, y también puede dificultar las explicaciones. Como mínimo, perjudica la concentración y la capacidad de escucha y aprendizaje. En un mundo pospandémico en el que necesitamos clases más grandes para que los estudiantes puedan cumplir las normas de la distancia de seguridad, gestionar el aforo podría ser aún más difícil.

Los colegios no siempre ofrecen buenos entornos acústicos, ya que el nivel de reverberación es demasiado alto. Cuanto más duro sea el material, más reverberación producirá, y los colegios están repletos de superficies duras, como las paredes y las pizarras. En el caso de la enseñanza, el intervalo de reverberación perfecto oscila entre 0,4 y 0,7 segundos (la reverberación es el tiempo que se tarda en oír el sonido). La forma más efectiva de mantenerlo entre esos límites es incorporar materiales que absorban el sonido, como paneles acústicos para techo que creen las condiciones óptimas.

Por ejemplo, en un proyecto reciente, Zentia suministró paneles de techo para un proyecto de obra nueva y de renovación en Mill Hill School (Derbyshire). Este proyecto cumple el Building Bulletin 93, que establece un nivel de sonido de ambiente bajo y un nivel de aislamiento de sonido alto. Los paneles para techo elegidos tenían una reverberación de 0,6 segundos en una clase corriente de 200 metros cúbicos.

Estas soluciones pueden adaptarse a cada tipo de espacio. Por ejemplo, las áreas de reunión y las clases requieren que el sonido se transmita con claridad, pero en las bibliotecas y zonas de estudio, debe aplicarse otro método. Los pasillos, que inevitablemente son una gran fuente de ruido, deben diseñarse para reducir el sonido tanto como sea posible.

La luz es otro factor clave en los entornos de aprendizaje. Se sabe que la luz mejora el estado de ánimo, reduce el estrés y ayuda a leer y comprender. Por ejemplo, en un estudio de Randall Fielding se constató que en las clases iluminadas con luz natural, las notas en matemáticas y lengua de los estudiantes aumentaron un 20 %. Hay muchos paneles para techo con excelentes propiedades reflexivas que distribuyen la luz y crean entornos de aprendizaje perfectos.

Finalmente, hablaremos de los compuestos orgánicos volátiles. Entre estos compuestos, emitidos por ciertos materiales de construcción, se incluyen toxinas y alérgenos que pueden perjudicar la salud de las personas. Por ello, usar paneles para techo que no emitan compuestos orgánicos volátiles, o que emitan una cantidad muy baja, ayuda a crear espacios de aprendizaje más seguros y saludables.

Obviamente, existen muchos factores que influyen en la capacidad del estudiante de aprender y evolucionar. Sin embargo, en el caso de los elementos seleccionados por los prescriptores y contratistas —que son quienes toman las decisiones de diseño más importantes—, es esencial elegir soluciones que optimicen las condiciones y mejoren la experiencia de los estudiantes y profesores.